El viernes pasado se concedió el Premio Nobel de la Paz a la activista y periodista Narges Mohammadi de Irán en reconocimiento a su lucha contra la subyugación de las mujeres en su nación. El comité de selección la honró «por su combate contra la opresión de las mujeres en Irán» y «su compromiso con la promoción de los derechos humanos y la libertad universal». En estos momentos, Mohammadi se encuentra detenida en Teherán, cumpliendo una sentencia de ocho años de prisión impuesta en enero de 2022, además de recibir 70 azotes. Organizaciones internacionales como ONU Mujeres y Amnistía Internacional se han unido al llamado del Premio Nobel para que Mohammadi sea liberada de inmediato. En Argentina, diversas voces elogiaron la visibilidad que el movimiento feminista ha adquirido a nivel mundial y el hecho de que se destaque la lucha de una mujer de origen no occidental.

“Su valiente lucha ha tenido un tremendo costo personal. En total, el régimen la ha detenido 13 veces, la ha condenado en cinco ocasiones y la ha sentenciado a un total de 31 años de prisión y 154 latigazos» manifestó Berit Reiss-Andersen, presidenta del Comité Nobel noruego en Oslo.

El galardón de la paz de este año también honra a las innumerables personas que, durante el último año, se han pronunciado en contra de las políticas de desigualdad y represión impuestas por el régimen teocrático en perjuicio de las mujeres», comentó Reiss-Andersen, quien reconoce a Mohammadi como «la figura central» de este movimiento.
La ONU conmemoró un premio que en este año reconoce «la valentía y determinación de las mujeres iraníes, quienes son una fuente de inspiración para el mundo entero» y exhortó a Irán a poner en libertad a Mohammadi. «El caso de Narges Mohammadi es un ejemplo de los considerables riesgos que asumen las mujeres al defender los derechos de todos los ciudadanos de Irán. Instamos a su liberación y a la de todos los defensores de los derechos humanos encarcelados en Irán», expresó el Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos. «Narges Mohammadi, laureada con el Premio Nobel de la Paz de 2023, debe ser liberada de manera inmediata e incondicional», publicó Amnesty International en sus plataformas de redes sociales.

Mariela Belski, la máxima responsable de Amnistía Internacional Argentina, expresó en una conversación con este periódico que «desafortunadamente, somos conscientes de que su distinción por parte del comité del Premio Nobel de la Paz en el día de hoy no resultará en su liberación, pero transmite un mensaje inequívoco a las autoridades iraníes de que su persecución contra quienes luchan por los derechos humanos no quedará sin consecuencias».

Belski resaltó que este reconocimiento es un «significativo símbolo en varios aspectos. En primer lugar, reafirma nuestra convicción de que la agenda de igualdad de género es una prioridad a nivel mundial. La lucha de los movimientos feministas por un mundo más equitativo es compleja, desafiante y en ocasiones dolorosa, pero estas señales demuestran que perseverar en esta lucha merece la pena. Por otro lado, es de gran valentía por parte de Narges Mohammadi desafiar al régimen iraní. En el último año, las autoridades iraníes han lanzado una implacable ofensiva contra los derechos humanos de las mujeres y las niñas. A pesar de que la detención arbitraria y la trágica muerte bajo custodia de Mahsa/Zhina Amini provocaron una serie de protestas contra la legislación iraní que impone el uso obligatorio del velo, las autoridades han restablecido la vigilancia de la ‘moralidad’ y adoptado una serie de otras medidas que socavan los derechos de las mujeres y las niñas que desafían la imposición del velo. Como ejemplo reciente, se ha conocido el caso de una adolescente que quedó en estado de coma después de ser agredida por la policía de la moral».

Se trata de Armita Garawand, una adolescente de 16 años que se encuentra actualmente en estado de coma después de, según informaciones de la ONG iraní Hengaw, sufrir una «agresión» en el sistema de transporte subterráneo de Teherán por parte de miembros de la policía encargada de hacer cumplir las normativas de vestimenta.

De esta manera, el premio otorgado a Mohammadi coincide con un contexto de amplio movimiento de protesta tras la trágica muerte bajo custodia policial, hace un año, de Mahsa Amini. Esta joven iraní había sido detenida por presuntamente infringir el riguroso código de vestimenta para las mujeres, que requiere el uso de un velo y ropa discreta.

Nacida en 1972, Mohammadi es una periodista y madre de adolescentes gemelos que ha dedicado su vida a la promoción de los derechos humanos en su país. Ha estado en desacuerdo con la imposición del velo y la pena de muerte, enfrentando repetidas detenciones y períodos de prisión durante los últimos 22 años, desde su primera detención.

Esta defensora y reportera también ocupa el cargo de vicepresidenta en el Centro de Defensores de los Derechos Humanos, una organización fundada por la también laureada con el Premio Nobel de la Paz iraní, Shirin Ebadi. Esta organización se dedica, entre otras causas, a luchar por la abolición de la pena de muerte. El 16 de septiembre, Mohammadi y otras tres mujeres en prisión quemaron sus velos en el patio del centro penitenciario en conmemoración del aniversario de la muerte de Mahsa Amini, como se documenta en su perfil de Instagram, administrado por su familia.

Después del anuncio, Ali, el hijo de 17 años, expresó en una conferencia de prensa que se sentía «muy, muy orgulloso» de su madre. Aseguró que el premio representa «un reconocimiento al pueblo iraní». Estas declaraciones se hicieron desde París, donde Ali reside en el exilio junto a su hermana gemela y su padre, Taghi Rahmani. Mohammadi, quien fue detenida por última vez en 2021, no ha tenido contacto con su familia desde hace ocho años, y se desconoce si ha sido informada sobre la distinción, según afirmó Rahmani.

El anuncio del Premio Nobel fue recibido con una respuesta fría por parte de Teherán, que denunció la decisión como «sesgada y politizada», y enfatizó que Mohammadi «fue condenada por repetidas infracciones de la ley y la comisión de actos delictivos».

Melody Amal Khalil Kabalan, quien ocupa el cargo de presidenta del Instituto Islámico para la Paz en la ciudad de Buenos Aires, comentó que «este reconocimiento es un avance en favor de las mujeres no occidentales que están luchando en diversas partes del mundo». También señaló que «cuando una mujer musulmana o un grupo de mujeres musulmanas sufre violencia o pierde la vida en nombre ‘del Islam’, tanto hombres como mujeres nos apresuramos a aclarar que esto no representa al verdadero Islam. En su lugar, se manipula la religión, en este caso, el islam, para socavar la libertad y los derechos de las mujeres».

«Desde nuestra secretaría de género, sostenemos que la lucha de una mujer de ascendencia occidental no es equiparable a la lucha de una mujer migrante en Argentina o una mujer musulmana en Argentina, Afganistán o Irán. Sin embargo, debemos abandonar la búsqueda de un enfoque salvacionista y liberal, y en su lugar, abogar por un feminismo interseccional y plural, que respete la cultura y las luchas de todas nuestras compañeras, sin importar dónde se encuentren».

Mohammadi se convierte en la decimonovena mujer en recibir el Premio Nobel de la Paz. Además de la mencionada Shirin Ebadi, quien lo obtuvo en 1947, destacamos a Wangari Maathai de Kenia, ganadora del Premio Nobel de la Paz en 2004. En 1977, Maathai fundó el Movimiento Cinturón Verde, una especie de grupo ecologista dedicado a la plantación de más de 30 millones de árboles en todo el país con el objetivo de prevenir la erosión del suelo y mejorar la calidad de vida de las mujeres involucradas en el proceso. También se destacan Tawakkul Karman, quien compartió el premio en 2011 con las liberianas Leymah Roberta Gbowee y Ellen Johnson Sirleaf. Fueron galardonadas por su labor no violenta en favor de la seguridad de las mujeres y su plena participación en la construcción de la paz.

El Premio Nobel de la Paz incluye una medalla de oro, un diploma y una dotación de 11 millones de coronas suecas, equivalente a alrededor de un millón de dólares.