Investigadoras de la Universidad Nacional de Quilmes y el Conicet están trabajando en un proceso para purificar el agua y los alimentos que contienen pesticidas, especialmente el glifosato. Mediante la aplicación de una técnica llamada biorremediación, contribuyen a la degradación natural de este componente utilizado en la agricultura, el cual puede tener efectos adversos en el entorno y la salud humana. El propósito de estas científicas es que, en colaboración entre el sector público y privado, se desarrolle un producto que tenga la capacidad de expandirse en su producción y pueda ser fabricado a escala industrial para beneficiar a un amplio público.

«Hemos identificado microorganismos con la capacidad de descomponer ciertos pesticidas, en particular el glifosato. Dado que este herbicida es ampliamente utilizado en nuestro país y tiene un impacto significativo en el medio ambiente y la salud, estamos concentrados en desarrollar sistemas enzimáticos para la biorremediación de agua y alimentos contaminados con esta sustancia química», explica Lorena Rojas, quien dirige la Licenciatura en Biotecnología de la UNQ y lidera el proyecto, en una conversación con la Agencia de Noticias Científicas de la Universidad Nacional de Quilmes.

El método basado en enzimas que hemos diseñado puede aplicarse a aguas contaminadas con pesticidas utilizadas para consumo humano. También es eficaz en la limpieza de alimentos que han estado expuestos al glifosato.

«Existe evidencia de que los alimentos que consumimos a menudo contienen niveles significativos de pesticidas. Por lo tanto, nuestra meta es contribuir al proceso de lavado de frutas y verduras utilizando enzimas biodegradables, seguras, que liberen a los alimentos de los residuos de pesticidas», enfatiza Rojas. En este caso, el insumo se presenta en forma de polvo, que se agrega durante el lavado.

Una técnica natural y eficaz
La biorremediación se basa en el uso de enzimas, que son proteínas generadas por microorganismos, para degradar naturalmente el glifosato. Aunque existen sistemas físicos y físico-químicos para la remediación de estos productos, a menudo son costosos, menos eficientes y pueden aumentar la contaminación en lugar de reducirla.

Por otro lado, la remediación biológica emplea bacterias, hongos y plantas que convierten el pesticida en productos no tóxicos para el medio ambiente y las personas.

«Los microorganismos consumen el pesticida y lo transforman en nuevos productos que permanecen en el agua y el suelo, pero que no son tóxicos y no afectan a las personas. A través de la biología, reducimos la contaminación y transformamos el glifosato en algo inofensivo», señala Yamila Santillán, biotecnóloga de la UNQ y miembro del proyecto.
Argentina es uno de los diez principales países agrícolas del mundo. En las últimas dos décadas, el uso de productos químicos como insecticidas, herbicidas y fertilizantes ha aumentado constantemente. Aunque estos productos han mejorado el rendimiento de las cosechas en muchos casos, diversos estudios han demostrado que son tóxicos y contaminan el suelo, el aire y el agua, lo que afecta a los cultivos, las áreas de aplicación, las comunidades circundantes y los consumidores finales.

Por lo tanto, las científicas han diseñado un producto respetuoso con el medio ambiente, económico y seguro para las personas y sus finanzas. «Buscamos soluciones sostenibles desde el punto de vista ambiental y económicamente viables, ya que a veces es complicado llevar todo este desarrollo a una aplicación práctica que sea asequible en términos de costos. Nuestra idea es llevar esta iniciativa al sector productivo y hacer que la sociedad pueda consumir agua y alimentos saludables», destaca Rojas.

El equipo de trabajo incluye a investigadores, becarios de la Universidad, de la Comisión de Investigaciones Científicas y del Conicet.